posted on 2024-06-28, 16:14authored byAlexander Wilde
Abstract
Colombia's transition back to political democracy in the 1950s raises interesting issues for current debates about "redemocratization." The regime has charted a remarkably consistent course compared to the interruptions and reverses elsewhere in Latin America. At the same time, however, oligarchical democracy has arguably become less democratic in its processes and consequences, and the country has experienced a continuing sense of moral crisis. These two phenomena are related to one another and to the political role of the Catholic Church. The Colombian Church turned away from "Catholic" one-party government and supported bipartisan oligarchical democracy. It also recognized that LaViolenica called for a new social mission-more direct, active involvement in society-if it were to retain its accustomed magisterial authority. In the last two decades, however, it has repeatedly experienced a tension between exercising this direct social mission and supporting the political regime. Liberationist groups within it have offered a Christian critique of social problems, but in contrast to many other Latin American countries, the Hierarchy has consistently marginalized these Liberationist elements. The cost for the Church has been an obvious irrelevance in the midst of the felt moral crisis. The cost of the country has been to deny legitimation to popular social organization-and its potentialities for achieving a more just and democratic society.
Resumen
El retorno de Colombia a la democracia a fines de la década del 50 plantea cuestiones interesantes para el debate actual sobre "redemocratización." El régimen colombiano ha seguido un curso consistente comparado con las interrupciones e involuciones comunes en América Latina. Sin embargo, simultáneamente, la democracia oligárquica ha devenido (posiblemente) menos democrática, tanto en sus procesos cuanto en sus consecuencias, y el país ha experimentado un contínuo sentido de crisis moral. Estos dos fenómenos están relacionados mútuamente y, por su vez, con el rol polEitico de la Iglesia católica. La Iglesia colombiana tomó la decisión de no legitimar un: "gobierno católico" de un partido pasando a apoyar la democracia oligárquica bipartidaria. La Iglesia también reconoció que La Violencia planteaba la necesidad de una nueva vision social-compromiso más activo y directo con la sociedad-para retener su histórica autoridad magistral. En las últimas dos décadas, no obstante, la Iglesia ha experimentado repetidamente la tensión entre el ejercer de esta misión social directa y apoyar al régimen político. Los grupos liberacionistas dentro de la Iglesia han propuesto una crítica cristiana de los problemas sociales, pero en contraste con otros países latinoamericanos, la Jerarquía ha marginalizado consistentemente estos elementos liberacionistas. El costo para la Iglesia ha sido su irrelevancia en cuanto potencial institución comprometida con la superación de la crisis moral. El costo para el país ha sido la negación de legitimidad para la organización social popular y para las potencialidades de ésta para lograr una sociedad más justa y democrática.